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Todo tiene en el mango, en el contorno,
la huella de unos dedos, de una remota mano perdida
en lo más olvidado del olvido.

Pablo Neruda- Oda a las Cosas

Con frecuencia se dice que actualmente disfrutamos de un estilo de vida ultramoderno, calificado como sociedad industrial avanzada, tercera ola, era de la información, y mil membretes más que de modo general comparten la tesis de que el progreso tecnológico es la fuerza motora que impulsa la historia. Sin embargo, si regresamos la mirada a nuestro alrededor, aparte de pocos y contados dispositivos de avanzada (la laptop, el celular, la televisión, el avión o el automóvil), la gente del siglo XXI continúa llevando sus vidas entre los mismos artilugios, más o menos simples, que usaban sus tatarabuelos: el zapato, la alfombra, el libro, los clavos, la puerta, la rueda, los trastes, la silla, el sombrero, la casa, la llave… La lista se extiende al infinito. Desde este punto de vista, la vida contemporánea no es del todo distinta a la Edad Media. Entonces que representaría poder transformar hasta la última de nuestras herramientas en un dispositivo de alta tecnología. La pregunta no es solamente si es posible, sino y sobre todo ¿sería útil?

El Internet de las Cosas

El internet de las cosas (IoT) hace referencia a la posibilidad de interconectar a la superautopista de la información objetos que no tienen mayor capacidad de procesamiento, es decir que no se consideran computadoras, pero que son inteligentes (“Smart”) en tanto pueden acatar órdenes y levantar datos para su transmisión, sin virtualmente ninguna participación humana. Es así como en el futuro próximo muchos de nuestros artículos habituales se integrarían en un diálogo constante con otros objetos (machine to machine, M2M) o con la red.

Rafael Riofrío, es un psicólogo, que hace poco adquirió su primera aspiradora inteligente. “Robotina” incorpora una tecnología de sensores de contacto que le permite registrar de memoria la ubicación de muebles y paredes dentro de su domicilio, en caso de atascarse la aspiradora cuenta con un sistema de voz para avisar del suceso, “Ayuda bastante. Se puede dejar la casa, e igual el aparato cumplirá con su trabajo.” Aunque no es su primer dispositivo Smart, posee también un control para administrar las luces desde su celular y una televisión con la que se puede navegar internet, es el primero al que le puso un nombre de pila.  

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—¡Marty! Vengo del futuro…La rebelión empezó con una aspiradora inteligente

—¿No? ¿Los Supersónicos? Como los Picapiedra, pero del futuro…

El show animado está ambientado en 2062. Obtiene como su principal fuente de humor la cotidianidad de una familia (tensiones matrimoniales, reprimendas del jefe, crianza de niños precoces y adolescentes subversivos) que aun siendo la misma que hoy en día (el programa fue producido en los 60s) es mejor, pues el confort se halla totalmente automatizado. La comida se hace aplastando un botón, el teléfono ha sido sustituido por la video llamada, y los obreros inmigrantes fueron despedidos en favor de los robots. Por eso la asistente doméstica de los supersónicos se llama Robotina y no Guadalupe. Es decir, aparte de los autos voladores y quizá brazos biónicos que salen de las paredes para rascarse la espalda, la mayoría de las aspiraciones previstas por la serie son ya una realidad. Pero incluso estas fantasías que el presente cumplió al pasado son mínimas en relación a las posibilidades que en poco tiempo nos ofrecerá el IoT.

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—Se llama Robotina, —¿De dónde salió ese nombre? —Pues de los Supersónicos, obviamente…

Para consolidar la revolución 4.0, no solamente es necesario que la tecnología exista en el laboratorio de una megacorporación, sino que su uso sea democratizado. Así, cada año el IoT se vuelve más accesible en términos adquisitivos, y el crecimiento de sus ventas ha sido ascendente y estable. Anualmente se suman en promedio un 10% de nuevos aparatos inteligentes. A este ritmo para el 2030 serán más de 25 mil millones los dispositivos conectados al internet, cifra en la que no deben incluirse los teléfonos inteligentes (aproximadamente 15 mil millones de unidades) pues, aunque por costumbre e historia se llamen teléfonos, realmente son microcomputadoras personales y hacer llamadas es el más modesto de sus servicios.

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¿Y si combinamos estos 2?

Dispositivos Smart a Nivel Mundial (Proyección)

Fuente: statista.com

En verdad, la mayoría de los aparatos IoT son relojes de pulsera inteligentes,  seguidos por electrodomésticos como refrigeradores, televisiones, impresoras y cámaras. Ahora, por las tareas concretas que cumple este tipo de máquinas no es previsible que en la mayoría de casos su utilidad cambie dramáticamente si ganaran conexión a internet, a lo sumo su mayor beneficio será facultar la operatividad remota.

Son, en todo caso, otras aplicaciones las que pueden considerarse genuinos “game changers” gracias al IoT. Aquí dejamos solamente dos ejemplos entre otras múltiples posibilidades. La primera tiene que ver con la evolución que puede significar en materia de transporte la introducción del automóvil autónomo. Si bien desde hace un par de décadas los autos de serie han empezado a introducir algunas capacidades mecánicas autonómicas (velocidad de crucero, freno de emergencia, asistente de parqueo), la conexión a internet permite que el auto procese una gran cantidad de información surgida en el entorno, tanto de elementos inanimados y estáticos (rutas, señales de tránsito, tipo de terreno), como de impredecibles factores dinámicos (otros autos, ciclistas y transeúntes, el clima), y reajustar el desplazamiento conforme a ello. La ventaja de contar con autos autónomos es que con ellos se facilitaría el transporte de personas que otrora requerían el acompañamiento de un conductor (niños, ancianos, borrachos…) incrementando la seguridad y, por que no, la transparencia del servicio de taxis. Además, permitiría apuntalar opciones de reducción del tráfico como el carsharing.    

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¡A caray! ya la cierro Samsung

Si bien es cierto que en 2021 la tecnología de los autos autónomos se ha empezado a publicitar en los pasados dos años en modelos premium (por ejemplo, la quinta generación del Cadillac Escalade EV), hay una gama bastante diversa para los niveles de independencia que un vehículo puede alcanzar. Los autos preparados para conducirse absolutamente solos son todavía una aspiración remota, pero que tiene a través de la Iot las primeras bases objetivas para su realización.  

Una segunda aplicación novedosa de la IoT es la que tiene que ver con los dispositivos de salud.

—¿No es una paradoja absurda? Poseemos fotografías de nebulosas a años luz de distancia; la topografía de Marte y la Luna se ha completado. Pero si a alguien le duele la panza no sabe porqué.  Conocemos más del espacio sideral que aquello que ocurre en nuestro espacio interior.

La Dra. Trudy Román es médico internista, a quien no satisface el estado actual de la rutina diagnóstica.

—El paciente llega aquejado por una dolencia. Se le evalúa y se le manda a hacer exámenes. Regresa con los exámenes, y en la segunda consulta se interpreta el resultado, con la que apenas se empieza el tratamiento. El tiempo perdido es significativo y el costo alto.

Compañías como Sano Intelligence ha visto en este vaivén una oportunidad de negocio. Colocó en el mercado un dispositivo para el control de la diabetes. Es una aguja pequeña, mínimamente invasiva, aunque permanente, que se clava en el brazo y exteriormente se ve como un sensor del tamaño de un botón de abrigo. Actualiza la lectura cada 5 minutos, enviando la notificación directo al celular del paciente y de ser necesario al médico tratante, advirtiéndoles si los rangos de azúcar en sangre superan el umbral de lo riesgoso. “La ventaja de este tipo de monitoreo es que vuelve al diabético más consciente de su estilo de vida. Si come una hamburguesa con papas y soda, verá los niveles dispararse. Si sale a correr, ve como su cuerpo controla la glucosa sin necesidad de insulina” concluye la doctora.

Aunque incipientes otras aplicaciones similares son prometedoras. Mediante la comparación de sonido a partir de una base de datos con 1.000 perfiles, se desarrolló una aplicación que analiza la tos del usuario a través del teléfono móvil. El sonido concreto de una tos puede facilitar que un médico analice de forma remota desde un resfriado hasta una neumonía.

En fin… El marketing de los autos autónomos y de los dispositivos de salud referidos, vende la idea de que en un futuro próximo los dispositivos que no se conecten a internet serán más raros que los que sí lo hagan, y no conviene quedarse fuera de onda. Como corolario se vende como la prestación principal del IoT, el ayudarnos a descongestionar nuestra mente de actividades que en el día a día nos toman tiempo, y quizá al disponer de ese tiempo podemos ser más productivos o simplemente relajarnos.

Ello puede ser en parte cierto. Puede resultar útil que la refrigeradora interconectada con el consultorio del nutricionista envíe a nuestro reloj una lista de supermercado baja en colesterol; que la guitarra en la que estoy componiendo una canción informe a mis compañeros de la banda de power metal que la tonada suena demasiado parecida a “Mamá ponte Bonita”; o por último, que mi pantalón me mande un e-mail informándome que mi bragueta está abajo. Pero estas son coordinaciones que cualquier adulto medianamente responsable, podría sortear por sí mismo.

Por el contrario, tecnificar aparatos para que desempeñen roles pueriles, representaría un derroche opulento e innecesario desde el punto de vista de los recursos minerales, energéticos y del espectro comunicativo que serían básicos para hacerlos funcionar. Al final de su vida útil, incrementarían también las dificultades propias de reciclar sus partes y componentes. Tómese como muestra la famosa mascarilla electrónica de LG PuriCare Air Purifying Mask, lanzada a propósito de la pandemia de COVID-19. Pese a contar con filtros EPA, ajuste automático y un sensor que notifica que el usuario está, en efecto, respirando, no ha sido precisamente un éxito de ventas en comparación con las mascarillas de tela quirúrgica que cumplen un papel similar sin llegar a costar 280 USD. Por ello, en un mundo donde los recursos naturales no renovables cada vez escasean más y la crisis medioambiental nos agobia, es poco probable que hasta el último alfiler termine incorporando un puerto ethernet.

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Bueno, creo que nos quedamos con el modelo de LG

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